No es algo que se salga de la norma que alguno de los yacimientos más relevantes se hayan producido por simples coincidencias. Uno de los más asombrosos fue el descubrimiento de la Villa romana de la Olmeda.
Descubierta en 1968 mientras se araban las tierras, no pudo ser excavada hasta la década de los años 80, momento en el que el propietario de dichas tierras decidió donarlas a la diputación de Palencia. Habrá que esperar por tanto unos años para que las maravillas de esta construcción de finales del siglo I dC pudiesen visitarse.En el 2009 se encargó a los arquitectos Paredes y Pedrosa que realizasen un nuevo proyecto para realizar de la villa un museo fácil de visitar y admirar. Pero, ¿realmente se puede considerar así?
El conjunto en sí, es una maravilla arquitectónica, que nos muestra el lijo que podía existir en una provincia del imperio y el poderío de aquellos que aquí habitaron. Pero, es de reseñar, que una de sus parte más asombrosas y espectaculares se encuentra en su mosaico más grande. Dicho mosaico reproduce el momento mitológico en el que Odiseo descubre al pélida Aquiles entre las muchachas de la corte de Skyros. Este gran mosaico constituye ya por si mimo una importante fuente de interés para la visita a dicho complejo. Pero es aquí, el momento en el que todo el sistema museográfico, que hasta el momento no ha resultado un problema, aparece ante nosotros. Esta gran escena en cuadrado, se encuentra precedida de un rectángulo en el que se nos narra una cacería; y va a ser esta la única de las escenas que se pueda ver con total claridad, pues el pasillo por el cual puede caminar el visitante, no permite más que la visión desde un par de metro por encima del propio mosaico. La escena principal queda completamente fuera del alcance de nuestra vista.
De quién fue la idea de no permitir más que un único pasillo para contemplar los yacimientos, es algo que a mi parecer no es de relevancia, pues lo más significativo es el resultado final. Resultado que nos deja completamente insatisfechos con la visita, pues esperando ver aquello que tanto plasmarán después en los diferentes objetos de la tienda, o en los folletos de la visita, se espera poder contemplar al menos parte de él como es debido. ¿Acaso no nos están engañando al vendernos algo que después no nos va a ser posible disfrutar? ¿Hasta que punto la nueva disposición y protección del yacimiento nos es beneficiosa al gran público? Creo que eso es algo que desde la propia organización de la villa deberían de cuestionarse para poner una rápida solución al problema.
Nuria Álvarez Garrote
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Verdaderamente que la museografía moderna comete verdaderos errores. El otro día vivimos un ejemplo parecido para ver los mosaicos de la casa del mitreo en Mérida. Anteayer, en el Museo Lázaro Galdiano, tuve que sufrir unos modernisimos expositores en cuyo interior se amontonaban las piezas de marfil, sin apenas espacio entre ellas,lo que hacía imposible su contemplación. Y qué decir por ejemplo de la verdadera desgracia que ha ocurrido en el discurso educativo e intelectual del museo del ejército desde su traslado a Toledo, el nuevo MAN, que ahora parece un parque temático para preescolares. En fin, la museografía moderna siempre cuestionándose a sí misma. El cuento de nunca acabar.
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ResponderEliminarHablando de malas practicas museográficas, es cierto que muchas veces los museos están planteados mas para lucir (y uso el termino "lucir" muy holgadamente) el edificio en vez de centrarse en las obras que contiene.
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