Fue el otro día en clase, mientras comenzábamos a atisbar qué podía llegar a significar el gran tour en la mentalidad de cualquier hombre del XVIII o XIX cuando me cuestioné cuento de todo aquello había llegado hasta nosotros de una forma más o menos claras. Durante esa misma clase se mencionó la película "Una habitación con vistas", en la cual se podía ver en qué consistía todo aquello que hasta la saciedad hemos oído mencionar en lo que ha difusión de la cultura del clasicismo se refiere. Bien sabido es por todos que la lectura de Nuestra Señora de París posee una detallada descripción de la catedral que da título a la obra; o que la Vetusta de La Regenta no es más que una descripción de Oviedo. Pero millones de libros más, documentos que nos ofrecen una información que poco a poco nos es más sencilla de comprender que un pesado texto académico. Fue así, como caí en un texto que solían leerme cuando viajábamos, Cuentos de la Alhambra de Washintong Irving. Es cierto que no se ha de considerar un texto ni cuaderno de viajes a este texto. Pero hay un punto tanto de interés por parte del escritor americano, así como una plantación idílica de lo que encontrará allí para que acabe así reflejado en la lectura.

En conjunto, para mi, Cuantos de la Alhambra es una de esas lecturas qeu se han de recomendar siempre que se quiera realizar un viaje a Andalucía. No sólo es una lectura ligera y que invita a pegarse a ella durante horas y horas. Es un pequeño reflejo de los intereses que se comenzarán a dar en estos momentos sobre los orígenes de los diversos movimientos artísticos, actitud que se desarrolla en este momento con mayor profusión que nunca.
Nuria Álvarez Garrote
Me ha llamado mucho la atención que en estos tiempos alguien revalorice este tipo de relatos románticos como documento para acercarse a aquellas personas y su forma de ver el mundo, pero también, claro está, a ese mundo que ellos veían a través del tamiz de su espíritu (que frase tan romántica me ha salido). Verdaderamente los cuentos de la Alhambra son un ejemplo perfecto para meterse en el corazón y la sensibilidad de un señor del siglo XIX. Yo soy un gran aficionado a la literatura de viajes porque me permite acercarme a los lugares como me gustaria conocerlos, sin masas de turistas y en un entorno globalizado, con carteles de coca cola y mcdonals en el cairo. En ese sentido te recomiendo la fabulosa obra de Mary Montagu, el Eothen de Kinglake y el viaje a la Meca de Badía que estoy leyendo ahora mismo.
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