Buscar este blog

domingo, 28 de febrero de 2016

La figura de la mujer en las domus romanas

La figura de la mujer en las domus romanas

Hasta apenas unas semanas, podíamos encontrar en el Caixa Forum la exposición titulada “Las mujeres de Roma”. Esta exposición se centraba en la imagen de la propia mujer dentro del arte y coleccionismo de esta civilización. Esta entrada no pretende ser un paso pormenorizado dentro de lo que era la exposición en sí, sino que su interés se va a centrar en uno de los aspectos que en ella se trataba: la icnografía que se tomará como representación para la figura femenina. Dicha cuestión ya había podido verse un poco menos tratada en la exposición que se albergó en el MAR de Alcalá de Henares, exposición que también trataba de ver el tratamiento del cuerpo, en este caso, masculino en gracia. El enlace a la información de dicha exposición está pinchando aquí, por si alguien se siente interesado por ella.

Ambas exposiciones tienen un fin común: mostrarnos cuál es el ámbito en el que se nos muestran dichas figuras, así como qué temas son los que se representan. Y este será el tema que relataremos aquí, ¿cómo y de qué manera se representan a las mujeres de la sociedad romana?

Una de las primeras y más básicas representaciones son los retratos, retratos de emperatrices que acompañan a aquellos que se hace el emperador y se distribuyen por el imperio en busca de una forma de representación y implantación del poder en aquellos territorios más alejados de la capital. Estos retratos nos muestran una gran información en cuanto a las modas y estilos que se sucedían en el tiempo. ¿Pero en el ámbito urbano y privado? ¿Cómo se representaba a la mujer?

No es demasiado descabellado pensar que en las primeras representaciones se optó por mostrar en los frescos y pequeñas esculturas las virtudes que había de tener una buena mujer. Esto es un constante, así por ejemplo se ve en el texto de Ovidio Ars Amandi. Por ello nos encontramos escenas de las más puras y buenas de las mujeres de la mitología y de la religión greco-romana. Representaciones de madres e hijos, como lo son Nix y Pluto, se repiten en las domus con una asociación maternal y dulce para la señora de la casa y su hijo. Estas imágenes con un fin didáctico pasarán con el paso de los siglos a ser escenas de las musas, la diosa Diana e incluso Minerva; pues son todas ellas figuras de la cultura y la pureza que ha de poseer la mujer.

Pero existe también desde muy temprano una amplia difusión de las representaciones de figuras que no cumplen esos cánones como lo son Medusa o Medea.  El primero de los casos podría relacionarse con una función protectora de la casa, mientras que en el otro caso nos deberíamos de preguntar un poco más. Pues no es una representación que pese a no representar ningún tipo de ideal, ha de tener algo más consigo. Puede que sólo se explique con el gusto por la tradición de las tragedias atenienses. Junto con Medea, vemos que la imagen de Circe es algo que también se repite, siguiendo ese modelo negativo citado anteriormente: ambas son brujas que modifican a los hombres y que hacen con ellos cuanto se les antoja.

Por tanto, y en resumen, debemos de ver dos vertientes en las representaciones privadas de la mujer en Roma: aquellas que están fijadas con una representación ejemplificante; y otras que debemos entender como una serie de imágenes que sólo tienen una función estética y contemplativa, para recreación de los propios visitantes.



Nuria Álvarez Garrote

sábado, 27 de febrero de 2016

Investigaciones arqueológicas en Cartago: el descubrimiento del santuario del Tofet y las diferentes teorías sobre su función.


Qart Hadasht, el nombre fenicio que recibe la ciudad de Cartago es una fundación colonial fechada entre el 825 y 820 a. C., cronología que ha sido confirmada por una inscripción del rey asirio Salmanasar III, pero sobretodo por la arqueología y las dataciones de radiocarbono.
Entre el 149-146 a. C. se sabe que, tras la tercera guerra púnica, la ciudad había sido completamente arrasada por lo que numerosos estudiosos de la Antigüedad eran escépticos frente a la posibilidad de hallar importantes restos en el subsuelo de la zona. Pese a las pocas expectativas, algunos arqueólogos decidieron indagar en las ruinas cartaginesas y encontraron estructuras domésticas, mosaicos o esculturas entre otros restos pertenecientes principalmente al siglo I a. C., es decir, a la colonia romana que había sido fundada sobre la capital púnica. De la urbe fenicio-púnica, en cambio, solo se pudieron localizar las ruinas de una necrópolis, sorprendentemente gracias a las excavaciones del padre Louis-Alfred Delattre. 
El descubrimiento que nos ocupa es el del santuario del Tofet. Su peculiar historia comienza en el año 1921 cuando Paul Gielly, un funcionario francés, contactó con un saqueador de tumbas árabe el cual no dudó en ofrecerle una estela que presentaba símbolos de la diosa púnica Tanit. Este hecho fue el inicio del cambio en relación a la investigación de la Cartago prerromana ya que Gielly, sospechando de la importancia de la pieza, puso en conocimiento del jefe de policía de Túnez, François Icard, que era además coleccionista y estaba muy al tanto del funcionamiento del mercado negro, el ofrecimiento del saqueador árabe. Icard, muy interesado en la procedencia de la pieza, intentó que el árabe revelara su lugar de origen pero este eludió dar explicaciones. Icard puso al árabe bajo seguimiento hasta que finalmente una noche este acudió al lugar del yacimiento y fue sorprendido sacando, en un pozo situado a poca distancia del antiguo puerto, numerosas estelas votivas
Estela votiva dedicada a Baal y con representaciones de Tanit, procede del Tofet de Cartago. Museo Británico, Londres

Este suceso propició el descubrimiento del santuario de Tanit o Tofet ya que, tanto Icard como Gielly, comenzaron en 1922 una serie de excavaciones después de adquirir la parcela. Dos años después, en 1924, ambos pasaron el testigo a Byron Khun de Prorok, un polémico “arqueólogo” (o saqueador de tumbas) que a comienzos del siglo XX recorrió África en busca de las minas del Rey Salomón. Este peculiar personaje predispuso la intervención de un comité franco-americano en el Tofet. Participaron historiadores, profesores universitarios, expertos en cerámica y epigrafistas que aplicaron sus conocimientos y las formulas metodológicas más avanzadas de las que se tenía conocimiento para llegar a revelar, tras numerosos trabajos, la existencia de un santuario al aire libre con altares, betilos y estelas en su mayoría. Se hacía en estas últimas referencia a los dioses y patrones de Cartago, Tanit y Baaal-Amón, y además permitieron obtener un mayor conocimiento y confirmar el inconmensurable valor del yacimiento en cuanto a las creencias religiosas cartaginesas ya que señalaban los enterramientos en urnas cinerarias que se habían realizado entre la segunda mitad del siglo VIII a. C. y la tercera guerra púnica. 
Un «tofet» o cementerio infantil a las afueras de Cartago, en la actual Túnez. / © JOSEPHINE QUINN / UNIVERSITY OF OXFORD
Uno de los grandes descubrimientos, en relación a los ritos funerarios y que supuso una sorpresa para los investigadores fue comprobar que dentro de las urnas se guardaban restos óseos que correspondían a recién nacidos o de pocos meses de edad. Este descubrimiento parecía verificar las acusaciones de los autores grecorromanos sobre la práctica de brutales sacrificios de niños por parte de los cartagineses a sus dioses.
Actualmente aún se mantiene  el debate de lo que verdaderamente se hacía en el Tofet de Cartago, es decir, ¿es simplemente un cementerio infantil o bien fue un lugar dedicado a la consagración de recién nacidos? Recientemente la revista Antiquity publicó un artículo en el que Josephine Quinn, de la Universidad de Oxford, afirmaba que “Cada vez está más claro que las historias sobre el sacrificio de niños cartagineses son verdaderas. Los griegos y romanos así lo aseguran y esta creencia formó parte de la historia popular de Cartago en los siglos XVIII y XIX, […] Lo que estamos diciendo ahora es que la evidencia arqueológica, literaria y documental acerca del sacrificio de niños es abrumadora y que, en vez de descartarla de lleno, deberíamos intentar entenderla”. 
                                                                                                                         Alba González Fernández

domingo, 21 de febrero de 2016

Sobre el hallazgo arqueológico en la necrópolis de Saqqara


En junio de 2015 los arqueólogos Paul T. Nicholson, Salima Ikram y Steve Mills publicaron en la revista Antiquity, perteneciente a la Universidad de Cambridge, un artículo llamado “The catacombs of Anubis at North Saqqara”. La importancia de este gran hallazgo arqueológico radica en el hecho de que fueron descubiertas aproximadamente ocho millones de momias caninas en el emplazamiento que han denominado “Catatumbas de Anubis”.

 Salima Ikram,  profesora de Egiptología en la Universidad estadounidense del Cairo y colaboradora en proyectos arqueológicos, con los restos de cánidos momificados.


Anubis, presente en los textos de las pirámides,  fue uno de los primeros dioses del Más Allá y practicó la primera momificación de la que se tiene constancia, según la tradición, al dios Osiris. Fue convertido así, por los egipcios, en el dios momificador. En cuanto a su iconografía se le representa en la mayoría de ocasiones con figura humana y  cabeza de cánido por lo que no es de extrañar que, tal y como han asegurado los investigadores, el 92% de los restos de animales momificados encontrados pertenezcan a canes y el tanto por ciento restante a otras especies, en su mayoría aves. Es también destacable, aunque no en relación con el Dios Anubis, como habiendo sido explorado cada rincón del yacimiento, fue encontrado el fósil de un vertebrado marino en el techo de la catacumba que vivió, se calcula, hace más de 48 millones de años. 

Vista del interior de la catacumbas (pasillo central).

Las catacumbas, datadas en el siglo IV a. C., poseen un gran tamaño y se componen de un gran pasillo central y largos corredores laterales. Han sido objeto de expolio y numerosas momias se han desintegrado pero han quedado las suficientes como para poder afirmar con rotundidad como los animales eran momificados en honor a los dioses. Se ha podido constatar que los perros eran criados con este fin ya que muchos de ellos contaban con días o incluso horas de vida cuando fueron momificados.
Se tiene constancia de este tipo de enterramientos desde el siglo XIX pero nunca unas catacumbas de tan grandes dimensiones habían sido objeto de estudio en tanta profundidad. Lo que han podido constatar los investigadores a partir del descubrimiento y posterior estudio es la importancia del culto a Anubis y los ritos funerarios con animales para el antiguo Egipto. Como afirmó Paul Nicholson, profesor de la Universidad de Cardiff, los ritos funerarios con animales también impulsaron su economía al ser el entorno del yacimiento un lugar pujante en el que convivían vendedores, mercaderes o criadores de los animales que eran utilizados en los ritos funerarios.
Solo queda concluir reafirmando la importancia que tienen este tipo de hallazgos arqueológicos al aportar numerosos datos que siguen ayudando a perfilar aspectos relativos a las formas de vida de los habitantes del Antiguo Egipto.                                                                Alba González Fernández

viernes, 19 de febrero de 2016

El Patronato de Altamira estudiará ampliar los visitantes a la cueva


"El Patronato de Altamira estudiará ampliar los visitantes a la cueva". Así es el titulo del articulo que publicó "El Pais" en que se trata sobre la posibilidad de aumentar en numero de personas que puedan contemplar la magnifica obra parietal prehistórica en el interior de las cuevas de Altamira. Creo que como primera publicación es interesante hablar de una noticia que seguramente pueda suponer multitud de opiniones y posturas enfrentadas que darán vida a este Blog. Esta iniciativa me suscita un enfrentamiento personal, ¿Hasta que punto podemos podemos supeditar la contemplacion de una obra a la conservacion de la misma?. Sin duda esta pregunta supone un choque en la concepcion tipica de que el arte esta pensado para admirarlo y contemplarlo de cerca. En el propio artículo podemos encontrar las dos opiniones enfrentadas, por una parte tenemos al Ministerio de Cultura que propone la apertura mayor opinando que "Creemos que la cueva puede estar abierta a unos pocos visitantes más, aunque jamás lo estará al turismo masivo. Simbólicamente me parece importante que puedan entrar de forma controlada, porque simbolizan el derecho que los ciudadanos tenemos de acceder a bienes de interés cultural", paralelamente, y en contra, tenemos la opinión de especialistas del CSIC y de la Universidad Complutense que dicen "el plan que incluye la apertura de la cueva a los visitantes pone en peligro un legado frágil de suma importancia para la comprensión de la sociedad paleolítica". Ante tal dilema al continuar leyendo el articulo se menciona una idea que no sería descabellada tenerla en cuenta, tal y como nos trasmite Teresa Chapa Brunet, prehistoria reconocida "Es todo lo contrario de lo que hay que hacer: hay que invertir en réplicas" esto me suscita otra cuestión ¿Hasta qué punto podemos dejar de disfrutar una pieza que es una réplica o una copia? ¿Podemos distinguirlas si así lo fueran? 
Sin duda me permito decir que como futuro Historiador del arte considero que es necesario la contemplación insitu de las obras, al igual que el resto de la población que se interesa por la cultura universal, pero si me pongo a repasar la última visita al Museo Arqueológico Nacional puedo recordar cómo una serie de piezas, falsificaciones o copias, están expuestas junto a las otras sin que el público lo note u entre en cólera. Es cierto que hemos de preservar los vestigios de nuestra cultura pasada y si habiendo de alguna manera la posibilidad de que por la presencia humana se deteriore es mejor dejarlo estar, hoy en día tenemos la tecnología más que suficiente como para poder recrear a la perfección cualquier obra o emplazamiento. Por eso, mi opinión con respecto a esta iniciativa podría resumirse en que la prehistoriadora Teresa Chapa tiene razón, sería más recomendable invertir en copias fehacientes de las pinturas allí representadas para que no sólo se puedan beneficiar unos poco se la contemplación, sino que sean muchos las que puedan disfrutarlas y preservar esa cueva por mucho más tiempo, a fin de poder seguir aprendiendo de ella.

Con respecto a la cueva podemos decir que realizando un recorrido lineal, nos encontramos con la galería II y sala II del plano donde hay trabajos sobre el barro del techo conocidos como macarroni y también un posible toro. La sala III, un divertículo, se la conoce como «Sala de los tectiformes» por encontrarse gran cantidad de ellos rojos en salientes del techo. Se llega a la galería IV, con grabados de ciervos y ciervas superpuestos y destacando una cierva con las patas inconclusas, dejando paso a la larga galería V con el dibujo de un bisonte negro sin patas, el grabado de un toro y un posible caballo pintado en negro. A la izquierda se localiza un recoveco identificado como sala VI con un importante bisonte negro. El ensanchamiento que hay entre las salas VII y VIII comprende las que Breuil y Obermaier llamaron zona C, pared de la izquierda según avanzamos hacia el fondo, con dibujos elementales en negro y signos y líneas, y zona D, a la derecha, con dibujos elementales en negro y más signos y líneas.
Llegamos a una sala más amplia, sala IX, conocida como «Sala de La Hoya». Es la última sala antes de llegar a la Cola de caballo. En la izquierda, antes de entrar en el corredor final, conocida como zona E, se encuentran cuatro representaciones animales, de izquierda a derecha: un cáprido (posiblemente íbice), una cierva y dos íbices más, ejecutadas en negro y que se han asignado al Magdaleniense inferior. Además, se halla una pintura negra de un cuadrúpedo indeterminado. La galería X es conocida como «Cola de caballo». Es un estrecho pasillo de unos dos metros de ancho donde se encuentran hasta diecinueve pinturas y grabados: bisonte, cabeza de cierva, caballos y bóvidos. Algunos son solo esbozos y otros están completos, con tamaños que rondan los 30 cm y llegando a alcanzar los 50.

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/03/26/actualidad/1427364208_289685.html

Fernando López de Sabando Meijide