Investigaciones
arqueológicas en Cartago: el descubrimiento del santuario del Tofet y las
diferentes teorías sobre su función.
Qart
Hadasht, el nombre fenicio que recibe la ciudad de Cartago es una fundación
colonial fechada entre el 825 y 820 a. C., cronología que ha sido confirmada
por una inscripción del rey asirio Salmanasar III, pero sobretodo por la
arqueología y las dataciones de radiocarbono.
Entre
el 149-146 a. C. se sabe que, tras la tercera guerra púnica, la ciudad había
sido completamente arrasada por lo que numerosos estudiosos de la Antigüedad
eran escépticos frente a la posibilidad de hallar importantes restos en el
subsuelo de la zona. Pese a las pocas expectativas, algunos arqueólogos
decidieron indagar en las ruinas cartaginesas y encontraron estructuras
domésticas, mosaicos o esculturas entre otros restos pertenecientes principalmente
al siglo I a. C., es decir, a la colonia romana que había sido fundada sobre la
capital púnica. De la urbe fenicio-púnica, en cambio, solo se pudieron localizar
las ruinas de una necrópolis, sorprendentemente gracias a las excavaciones del
padre Louis-Alfred Delattre.
El descubrimiento que nos ocupa es el del santuario
del Tofet. Su peculiar historia comienza en el año 1921 cuando Paul Gielly, un funcionario
francés, contactó con un saqueador de tumbas árabe el cual no dudó en ofrecerle
una estela que presentaba símbolos de la diosa púnica Tanit. Este hecho fue el
inicio del cambio en relación a la investigación de la Cartago prerromana ya
que Gielly, sospechando de la importancia de la pieza, puso en conocimiento del
jefe de policía de Túnez, François Icard, que era además coleccionista y estaba
muy al tanto del funcionamiento del mercado negro, el ofrecimiento del
saqueador árabe. Icard, muy interesado en la procedencia de la pieza, intentó
que el árabe revelara su lugar de origen pero este eludió dar explicaciones. Icard
puso al árabe bajo seguimiento hasta que finalmente una noche este acudió al
lugar del yacimiento y fue sorprendido sacando, en un pozo situado a poca
distancia del antiguo puerto, numerosas estelas votivas
Estela votiva dedicada a Baal y con representaciones de
Tanit, procede del Tofet de Cartago. Museo Británico, Londres
Este suceso propició el descubrimiento del santuario de Tanit o
Tofet ya que, tanto Icard como Gielly, comenzaron en 1922 una serie de
excavaciones después de adquirir la parcela. Dos años después, en 1924, ambos
pasaron el testigo a Byron Khun de Prorok, un polémico “arqueólogo” (o
saqueador de tumbas) que a comienzos del siglo XX recorrió África en busca de
las minas del Rey Salomón. Este peculiar personaje predispuso la intervención
de un comité franco-americano en el Tofet. Participaron historiadores, profesores
universitarios, expertos en cerámica y epigrafistas que aplicaron sus
conocimientos y las formulas metodológicas más avanzadas de las que se tenía
conocimiento para llegar a revelar, tras numerosos trabajos, la existencia de
un santuario al aire libre con altares, betilos y estelas en su mayoría. Se
hacía en estas últimas referencia a los dioses y patrones de Cartago, Tanit y
Baaal-Amón, y además permitieron obtener un mayor conocimiento y confirmar el
inconmensurable valor del yacimiento en cuanto a las creencias religiosas
cartaginesas ya que señalaban los enterramientos en urnas cinerarias que se
habían realizado entre la segunda mitad del siglo VIII a. C. y la tercera
guerra púnica.
Un «tofet» o cementerio infantil a las afueras de Cartago, en
la actual Túnez. / © JOSEPHINE QUINN / UNIVERSITY OF OXFORD
Uno de los grandes descubrimientos, en relación a los ritos
funerarios y que supuso una sorpresa para los investigadores fue comprobar que
dentro de las urnas se guardaban restos óseos que correspondían a recién
nacidos o de pocos meses de edad. Este descubrimiento parecía verificar las
acusaciones de los autores grecorromanos sobre la práctica de brutales sacrificios
de niños por parte de los cartagineses a sus dioses.
Actualmente aún se mantiene el debate de lo que verdaderamente se hacía en
el Tofet de Cartago, es decir, ¿es simplemente un cementerio infantil o bien
fue un lugar dedicado a la consagración de recién nacidos? Recientemente la
revista Antiquity publicó un artículo en el que Josephine Quinn, de la
Universidad de Oxford, afirmaba que “Cada vez está más claro que las historias
sobre el sacrificio de niños cartagineses son verdaderas. Los griegos y romanos
así lo aseguran y esta creencia formó parte de la historia popular de Cartago en
los siglos XVIII y XIX, […] Lo que estamos diciendo ahora es que la evidencia
arqueológica, literaria y documental acerca del sacrificio de niños es
abrumadora y que, en vez de descartarla de lleno, deberíamos intentar
entenderla”.
Alba González Fernández
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