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jueves, 10 de marzo de 2016

El Códice de Madrid o Códice Tro-Cortesiano.

Continuando con la temática de mi publicación anterior, el Museo de América y su contenido vuelve a ser objeto de mi atención. Como bien se puede saber a poco que se ahonde en la historia y las piezas del museo hay una que cobra mayor relevancia, el llamado Códice de Madrid o Códice Tro-Cortesiano. Esta obra conservada es uno de los pocos códices indígenas que nos ha llegado hasta nuestros días y que por su calidad y contenido sigue suscitando el interés de muchos investigadores e incluso el mio. Sin duda es una obra muy compleja como para tratarla en una sola publicación, por lo que prefiero dedicarle mas de una para que se pueda conocer esta joya que tenemos tan al alcance de todos y que muy pocos conocen como se merece. 


El códice Madrid o códice Tro-Cortesiano es una obra de la que desconocemos en qué condiciones, cuando y porque llego a España. El verdadero descubrimiento fue promovido por Don Juan de Tro y Ortolano, el cual, era poseedor del códice, y de su compañero Charles Etienne Brasseur hacia el 1863. Fue en 1867 durante su exposición en París, organizado por el Ministerio de Instrucción Publica, cuando empezaron los primeros estudios a cerca de este documento, pero, no sería hasta 1869 cuando se produce la primera publicación de la reproducción del códice de la mano de Brasseur junto con el primer estudio, pasándose a denominar “Codice Troano”. De los primeros estudios sabemos que, en un comienzo, el códice poseía 35 hojas pintadas por ambas caras y que en la última había un pedazo de papel europeo con texto en latín. Este hecho es lo que hizo pensar a los investigadores que, muy posiblemente, se tratase de una obra que haya podido pasar a los descendientes de Hernán Cortes y que fue comprado con posterioridad por Juan de Tro.

Paralelamente a estos hechos encontramos la segunda mitad de dicho códice. Es en 1867 cuando Juan Palacios ofrece al museo británico y a la Biblioteca Imperial de París la venta de un códice de 21 páginas pintadas por ambas caras, ninguna de las dos instituciones se intereso por la compra de la obra, pero si un coleccionista de joyas y obras arqueológicas, Don Juan Ignacio Miró. Don Juan tras haber acumulado múltiples objetos decidió vender un lote completo al Museo arqueológico de Madrid en 1872, entre las piezas que componía el lote se hallaba el fragmento del códice, que pasó a llamarse “Códice Cortesiano” por pertenecer supuestamente a las joyas u objetos que se trajo Cortes a España. Este fragmento fue expuesto por el Museo Arqueológico en 1878 en la Exposición Universal de París y por segunda vez en 1881 en Madrid. 

La sección Trona o hasta el momento denominado Códice Troano fue adquirido por el Museo Arqueológico en 1888. Desde este momento ambas partes se unificaron al comprobar que se trataba de la misma obra, por este motivo el nombre del códice se unifico pasándose a llamar “Codice Tro-Cortesiano”. Desde su adquisición, el códice fue parte de los fondos del Museo Arqueológico hasta la apertura del Museo de América en 1941

Se ha especulado mucho acerca de la procedencia del códice Tro-Crotesiano pero ningún estudio termina de ser claro. Fijándose en el contenido, estilo y marcadores cronológicos el investigador Thompson hace suponer que el manuscrito podría proceder de la región de Campotón de la península de Yucatán, realizado en torno al siglo XV. Si atendemos a las representaciones que figuran en el códice podemos encontrar figuraciones de elementos geográficos que nos podrían dar más pistas acerca de la procedencia del códice, así pues, vemos representados los ríos de la costa de Champeche en la página 29b, otras de las representaciones son la de cenotes, estos se encuentran en la región de Chenes, próxima a la anterior. 

Hacia el 1996 Alfonso Lacadena mediante sus estudios determina que el origen del manuscrito se encuentra muy alejado de esa zona. Determina que parte del propio códice pudo ser realizado en lengua del grupo Cholano, esta suposición se debe al léxico y la morfología que presenta, exponiendo la posibilidad que el escriba fuera bilingüe, lo que explicaría un lenguaje a veces difícil de entender.

El códice Tro-Cortesiano tuvo varios estudios preliminares incluso antes, de la ya citada, exposición en Paris de 1867, uno de los muchos que los estudiaron con anterioridad seria Förstemann, autor de las primeras copias que se hizo del Códice Troano. Varias de estas copias se expusieron junto con el original durante su exposición en el Palais du Champ de Mars. Su primera publicación editada del códice fue entre 1869 y 1870, realizado en dos volúmenes, el primero de ellos posee una copia cromatilográfica, se trata de un procedimiento de impresión litográfica en múltiples colores, “se dibuja sobre tantas piedras como colores debe haber, y gracias a las tiradas sucesivas, teñidas de colores diferentes, cuyos trabajos se combinan o superponen, se obtienen reproducciones”, en el segundo volumen se realiza un estudio del propio Brasseur en el que intenta descifrar y traducir el Códice Troano. 

Fue de la mano de León de Rosny junto con el estudio que hizo del Códice Cortesiano el que “descubrió” que ambos códices formaban parte de un mismo ejemplar. Tras sus estudios realizó en 1883 la primera edición del códice Cortesiano, esta, junto con los otros dos volúmenes ya publicados del códice Troano incentivó múltiples estudios, entre ellos, podemos destacar el trabajo de Raynaud donde habla de la similitud de las dos obras y un error de clasificación del calendario de 260 dias. Por otra parte tenemos los primeros estudios de Roell sobre las deidades mayas, tituladas “Sur quelques figures des divinites representees dans les Codices Troano et Cortesianus”, todos estos estudios junto con muchos otros se pueden enmarcar entre las fechas de 1893 hasta el 1949, pero, no será 1967 cuando se realice una de las mejores ediciones con el título “Codex Tro-Cortesiano” y un estudio minucioso de Ferdinand Anders. Esta edición sirvió como base para el estudio que realizo la Universidad Autónoma de México en 1985 con el título “Códices Mayas”. Finalmente, y con motivo del 5º centenario del descubrimiento de América se realizo una reproducción fidedigna de la obra que como única diferencia cromática es por motivo de distinción del original.

  • AYALA FALCON. M. De la procedencia y el uso del Códice Madrid. México.
  • CIUDAD RUIZ. A. Los escribas del Codex Tro-Cortesiano del Museo de América de Madrid. Madrid 2003
  • SOTELOS SANTOS. L.E. Los dioses del Códice Madrid: aproximación a las representaciones antropomorfas de un libro sagrado maya. México, 2002

Fernando López de Sabando Meijide.

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