La
figura de la mujer en las domus romanas
Hasta
apenas unas semanas, podíamos encontrar en el Caixa Forum la exposición
titulada “Las mujeres de Roma”. Esta exposición se centraba en la imagen de la
propia mujer dentro del arte y coleccionismo de esta civilización. Esta entrada
no pretende ser un paso pormenorizado dentro de lo que era la exposición en sí,
sino que su interés se va a centrar en uno de los aspectos que en ella se
trataba: la icnografía que se tomará como representación para la figura
femenina. Dicha cuestión ya había podido verse un poco menos tratada en la
exposición que se albergó en el MAR de Alcalá de Henares, exposición que
también trataba de ver el tratamiento del cuerpo, en este caso, masculino en
gracia. El enlace a la información de dicha exposición está pinchando aquí, por
si alguien se siente interesado por ella.
Ambas
exposiciones tienen un fin común: mostrarnos cuál es el ámbito en el que se nos
muestran dichas figuras, así como qué temas son los que se representan. Y este
será el tema que relataremos aquí, ¿cómo y de qué manera se representan a las
mujeres de la sociedad romana?
Una
de las primeras y más básicas representaciones son los retratos, retratos de
emperatrices que acompañan a aquellos que se hace el emperador y se distribuyen
por el imperio en busca de una forma de representación y implantación del poder
en aquellos territorios más alejados de la capital. Estos retratos nos muestran
una gran información en cuanto a las modas y estilos que se sucedían en el
tiempo. ¿Pero en el ámbito urbano y privado? ¿Cómo se representaba a la mujer?
No
es demasiado descabellado pensar que en las primeras representaciones se optó
por mostrar en los frescos y pequeñas esculturas las virtudes que había de
tener una buena mujer. Esto es un constante, así por ejemplo se ve en el texto
de Ovidio Ars Amandi. Por ello nos
encontramos escenas de las más puras y buenas de las mujeres de la mitología y
de la religión greco-romana. Representaciones de madres e hijos, como lo son
Nix y Pluto, se repiten en las domus
con una asociación maternal y dulce para la señora de la casa y su hijo. Estas
imágenes con un fin didáctico pasarán con el paso de los siglos a ser escenas
de las musas, la diosa Diana e incluso Minerva; pues son todas ellas figuras de
la cultura y la pureza que ha de poseer la mujer.
Pero
existe también desde muy temprano una amplia difusión de las representaciones
de figuras que no cumplen esos cánones como lo son Medusa o Medea. El primero de los casos podría relacionarse
con una función protectora de la casa, mientras que en el otro caso nos
deberíamos de preguntar un poco más. Pues no es una representación que pese a
no representar ningún tipo de ideal, ha de tener algo más consigo. Puede que
sólo se explique con el gusto por la tradición de las tragedias atenienses.
Junto con Medea, vemos que la imagen de Circe es algo que también se repite,
siguiendo ese modelo negativo citado anteriormente: ambas son brujas que
modifican a los hombres y que hacen con ellos cuanto se les antoja.
Por
tanto, y en resumen, debemos de ver dos vertientes en las representaciones
privadas de la mujer en Roma: aquellas que están fijadas con una representación
ejemplificante; y otras que debemos entender como una serie de imágenes que
sólo tienen una función estética y contemplativa, para recreación de los
propios visitantes.
Nuria Álvarez Garrote